Una promesa de cambio
Después de escuchar lo profundamente heridos que estaban sus hijos, los padres tomaron una decisión sincera. Se dieron cuenta de que el cambio tenía que empezar con ellos, no con cirugías o cambios de imagen, sino con la forma en que se presentaban ante sus hijos. La culpa que sentían era abrumadora, pero impulsó un nuevo sentido de propósito.
A partir de ese día, se comprometieron a ser mejores padres. Prometieron poner a sus hijos primero, estar presentes y crear un ambiente seguro y amoroso. Pero prometer un cambio es solo el principio; la verdadera pregunta era cómo cumplirían ese compromiso.
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