Cuando un gato se cansa de menear demasiado las caderas


Si bien a los perros a veces se les critica por su entusiasmo inconsciente, los gatos tampoco son ningunos santos. Este gato ha desarrollado una relación bastante intensa con una vaca de peluche.

Bueno, la cosa fue apasionada y duró un buen rato. Después, se desplomó dramáticamente, con el pelaje revuelto, las extremidades extendidas y una cara de satisfacción que gritaba que lo había dado todo.

Y lo más inquietante es que ya no parece un gato. La expresión y la postura son extrañamente humanas, como si estuviera a punto de fumarse un cigarrillo y preguntar: “¿Te divertiste, nena?”

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