La familia creyó haber adoptado un perro, pero el veterinario gritó: “¡Oh, Dios mío!” al verlo.

La seguridad es lo primero

A pesar de su entusiasmo, los Johnson abordaron el viaje al almacén con cautela. Acordaron ir durante el día, no queriendo añadir peligro a una misión ya incierta. “Nos mantenemos juntos, sin excepciones”, insistió el señor Johnson. Emma se mantuvo cerca de Nyx, apretando su pelaje con la mano. “Él nos protegerá”, dijo suavemente, confiando en él más que en cualquier linterna.

Alex expresó lo que todos pensaban. “No sabemos qué encontraremos allí”, dijo. El aire zumbaba con una mezcla de miedo y anticipación. Cada miembro de la familia lo sentía: hoy podría traer claridad o simplemente más preguntas. Pero en el fondo, sabían que no podían ignorar esta pista. Habían pasado demasiadas cosas extrañas para que se fueran ahora.