“¡Ay, ay, me siento mal!”


El mareo puede afectar incluso a los viajeros más experimentados, especialmente con mar agitado. A pesar de su tamaño, los cruceros se balancean, y para algunos eso significa: náuseas, mareos y un repentino asco por el bufé.

¿Un truco probado y comprobado? Fijar la vista en el horizonte. No se mueve, lo que ayuda al cerebro a reorientarse. Puntos extra si tienes pulseras o pastillas contra el mareo a mano: nunca se sabe cómo reaccionará el estómago a las olas.

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