Se llevaban flores para combatir los malos olores

Las ciudades victorianas olían mal, muy mal. La mala gestión de las aguas residuales y la falta de higiene generalizada provocaban olores nauseabundos por todas partes. ¿La solución? Un ramo de flores frescas bajo la nariz como barrera de fragancia natural.

La gente olía las flores para evitar vomitar por la pestilencia de las calles. Básicamente, llevar flores era como llevar un desodorante facial a todas partes.

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