Vigilancia Oculta
Mark instaló cámaras ocultas por toda la casa y colocó una grabadora de voz junto al teléfono fijo. Se sentía como una traición, pero se convenció de que era necesario. Con cada grabación, esperaba captar una pizca de verdad. Pasaba largas noches revisando horas de metraje y audio, esforzándose por escuchar conversaciones susurradas o detectar cualquier movimiento sospechoso.
Aun cuando las grabaciones ofrecieron poco al principio, Mark fue implacable. Cada tos, cada pausa, cada frase codificada se convirtió en algo que valía la pena analizar. Cuanto más escuchaba, más obsesionado se volvía. La vigilancia se convirtió en su nueva realidad. Ya no reconocía al hombre en el espejo; se había convertido en un fantasma en su propia casa, observando, esperando, desentrañando un misterio que se negaba a revelarse.
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